Es una de las complicaciones más frecuentes cuando se realiza la extracción de un diente. Es un enfermedad que ocasiona un dolor intenso que da la cara a las pocas horas o días de haber extraído el diente.
Se conoce también como osteítis alveolar. Lo que ocurre es que el coágulo sanguíneo que se forma en la extracción dental ( para proteger el hueso y las terminaciones nerviosas de la cavidad dental vacía) no se desarrolla, se desplaza o se disuelve antes de que la herida esté cicatrizada, sin ese coágulo, el hueso y los nervios ocultos quedan desprotegidos provocando un dolor intenso, que puede extenderse por todo el lado de la cara y que requiere de tratamiento para la correcta cicatrización de la herida.
Los síntomas suele desarrollarse entre uno y tres días después de la extirpación del diente. Aparte del dolor intenso, el paciente experimenta la sensación de cavidad vacía, hueso visible, dolor en los ojos, en la sien, mal aliento y un sabor desagradable en la boca.
El tratamiento es sencillo, enjuagues para eliminar los residuos que causan el dolor y tomar algún analgésico que hay sido prescrito por el especialista. Además, el odontólogo puede optar por rellenar la cavidad con algún medicamento en gel o pasta para aliviar el dolor de forma rápida. El proceso de cicatrización puede verse afectado por lo que se debe de tratar lo antes posible.