Viajamos hasta Noruega. El país de los fiordos, los glaciares y los arenques, tiene en su territorio el llamado ‘Arca de Noe’, un macrocomplejo científico excavado a 130 metros sobre el nivel del mar que guarda las semillas “del fin del mundo”. En este almacén, más de 4,5 millones de muestras de semillas de todas las especies vegetales del planeta aguardan el día que sean necesarias. Los que las vigilan, rezan porque ese día nunca llegue.
Pero Noruega no sólo protege semillas. Ahora, también lo hace con los dientes de leche de más de 100.000 niños noruegos. El objetivo del Banco de Dientes de Noruega, que ha sido creado como resultado de la estrecha colaboración entre el Instituto Noruego de Salud y la Universidad de Bergen, es recoger toda la información posible de los factores ambientales y nutricionales y trazar complejos perfiles que ayuden en la mejora de la salud.
Los dientes de leche se desarrollan en el feto antes de su nacimiento y, entre sus capas, se acumulan todas las sustancias y nutrientes que absorbe a través de la madre, por lo que estas pequeñas piezas, actúan como las “cajas negras” de un avión. Guardan toda clase de información en sus entrañas.