Caries, endodoncias o algún que otro golpe en el diente hace que muchas personas necesiten un empaste en sus dientes a lo largo de la vida. Pero, como en casi todo, existe una gran variedad de empastes dependiendo del material con el que se realice.
Aunque no vayas a actuar como el malo (o la mala) de una película, también puede escoger un empaste de oro. A pesar de que, por su color, será dificil disimularlo, es uno de los empastes más resistentes, ya que son duros y no son afectados por la corrosión. Aunque si lo que quieres es un diente de oro, no tienes que romperte el diente, ya que hay recubrimientos de oro para los dientes. A pesar de todo, hay gente que los considera muy estéticos.
Y no hay oro sin plata. Con una durabilidad prácticamente igual a la del oro, es una alternativa a quien quiere un empaste de lo más resistente y no quiere gastarse el dinero en oro. Pero los empastes de plata tienen un problema. Con la contracción y dilatación del metal, las amalgamas de plata se expanden y contraen pudiendo fracturar el diente. Por este motivo y porque se utiliza mercurio en su composición están prácticamente en desuso.
Los empastes que se utilizan en la mayoría de ocasiones son de resina. Llamados composite. Éstos imitan el color del diente y permiten que sea, en la mayoría de ocasiones, casi imposible de detectar a simple vista, por lo que su uso se ha popularizado en los últimos 20 años.
La cerámica también es un material usado en determinados casos, pero se corre el peligro de que se vuelva áspera y cause rozaduras en la lengua y en las partes internas de la boca.
Los más especializados son hechos con isómeros de vidrio y son adecuados para las reparaciones dentales en niños con dientes provisionales. Los denominados «de leche». Estos se utilizan porque tienen la capacidad de liberar flúor un químico que reduce la probabilidad de que aparezcan caries.