En la época de la II Guerra Mundial, Finlandia agotaba sus reservas de azúcar y tuvo que investigar una nueva forma de endulzar los alimentos. Años atrás, a finales del siglo XIX, un químico alemán llamado Hermann Emil Fischer, descubrió una sustancia al sintetizarla de la madera del abedul: el Xilitol.
Este azúcar-alcohol, conocido popularmente como «azúcar de abedul», está presente en la mayoría de productos de higiene dental, ya que pose la capacidad de fermentar en la boca sin producir ácidos que dañen los dientes ni la placa bacteriana.
Pero esa es sólo una de sus propiedades. La otra más conocida es la capacidad de endulzar. Posee aproximadamente el mismo valor de dulzula que la sacarosa. Es por ello por lo que casi todos los chicles vendidos en la Unión Europea son endulzados con esta sustancia.
A pesar de que en los animales, esta sustancia puede causar un descenso en los niveles de azúcar y, como consecuencia, la pérdida de coordinación o depresión, en los humanos no se han documentado problemas más alla de ciertos efectos laxantes ante una ingesta exagerada. Además, reduce la Candida Albicans.
Esta sustancia es especialmente recomendada para personas que padezcan diabetes, ya que no contiene fructosa y no produce incompatibilidades con la insulina.