En la nariz, en la oreja, ceja o pezones. Aunque también hay otros sitios en donde los jóvenes deciden añadirse un piercing. Uno de los preferidos es la lengua. Atravesarla con una barra metálica con dos bolas en sus extremos, se ha convertido casi en una constante entre los adolescentes. Pero muchos de ellos no saben que estar a la última moda puede convertirse en una verdadera pesadilla para su futuro.
Desde astillamientos hasta infecciones, un estudio de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, ha indicado que hasta el 72% de las personas que se perforan la lengua presentan complicaciones. Algunas son leves, como inflamaciones temporales, pero otras pueden acabar en infecciones graves. Amén de la dificultad para comer.
Una de las prácticas más comunes entre los que llevan este adorno es morderlo y pasarlo entre los dientes. Esto puede causar gingivitis, roturas dentales o incluso la pérdida por completo del diente. Aunque si nos despistamos masticando, podemos masticar la bola del piercing con el consiguiente daño en las piezas dentales.
Además, al agujerear la lengua pueden ocurrir que se atraviese el nervio, cuyas consecuencias pueden ser permanentes y fatales. Si bien se han reportado pocos casos, la posibilidad existe.